viernes, 29 de mayo de 2009

PISOS COMPARTIDOS II

Entre los pisos compartidos que conozco, los hay de tres tipos: pisos de salud mental, pisos compartidos propiamente dichos y pisos con huéspedes.
Los pisos de salud mental están muy bien, son para personas con una enfermedad mental que han tenido un pasado catastrófico, como puede ser la muerte de un familiar o personas que no tengan apoyo de su familia e incluso personas a las que se le haya derrumbado su vivienda y están esperando una solución. Cuando entras te cambia la vida por completo: estás atendido, tanto en el tema de la medicación, que la prepara un monitor que va todos los días, como en la atención médica y ayudas de la Junta de Andalucía para que con una pensión mínima puedas vivir como una persona normal.
En los pisos compartidos hay más libertad, le puedes poner un candado a tu puerta o meter a tu novia tranquilamente en la habitación, sin problema. Además tienes más independencia, cada uno va a lo suyo, cada persona prepara su comida y comparte las cosas de la casa de primera necesidad, como la misma cocina o el lavavajillas; la lejía o el jabón se compran entre todos de común acuerdo y se pagan entre todos; en fin, debes llevar una vida de una persona responsable si no quieres verte en la calle.
Los pisos con huéspedes son más fastidiosos, porque vives con el dueño y tienes que cumplir las normas. Te ponen un horario; no puedes llegar tarde; no te dejan entrar en la casa con amigos; te arreglan la habitación todos los días y si quieres te hacen de comer pagando algo más de dinero. Se ha dado el caso de amistades que vienen de vacaciones y no tienen domicilio; mucha gente ante estas situaciones las dejan dormir debajo de la cama sin que se entere el dueño.

Raúl Pittaluga García

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