lunes, 15 de mayo de 2017

UNA TARDE TRASCENDENTE DE TOROS

En la trayectoria taurina de Juan Belmonte, hubo una tarde, que quizás saboreen más aquellos que no estuvieron en esa corrida, que aquéllos, que aún viéndolo, no eran conscientes de la profundidad, contundencia, impacto e influencia que produjo aquello.
Para los que estuvieron allí, su respuesta al ver al torero aquella tarde, su respuesta inicial y tendente sería jalear, casi mecánicamente ya, la faena; pero… ¿por qué empezaron a enmudecer los Olés? ¿Por qué se calló el personal ¿ Porque estaban viendo algo nuevo, grandioso, nunca visto antes , y eso es la QUIETUD .
 La Quietud es el esqueleto del toreo; sin ella, éste se difuminaría, se derrumbaría por falta de verdad, de entrega.. y sin embargo, estarse quieto ante el toro es antinatural para la mente del ser humano; lo instintivo es huir, esconderse, pero ¿quieto? . Es la victoria de la voluntad sobre el miedo y el instinto de supervivencia. Belmonte se adentra en un mundo inquietante… ¡ La exposición, pura y dura, de la vida ante la muerte cada tarde, de forma explícita, desnuda… ¡ Y como él lo hizo, los que vendrían detrás tendrían que hacerlo también, y MEJORARLO, técnica o artísticamente¡
He aquí la gran aportación  Juan Belmonte: el sometimiento y dominio del toro mediante una mezcla de sabiduría técnica de las condiciones del toro, y sobre todo, la quietud, consecuencia de la voluntad del maestro de llegar más allá de lo razonable.
Antes se decía: o te quitas o te quita el toro.    Después se empezó a decir : ni me quito yo, ni me quita el toro. 


Diego. 


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